Cuando mi primera hija cumplió un año, ni mi esposo ni yo fuimos a su festejo en el Jardín Maternal. Sí le hicimos celebración con la familia, pero el día que llevó el pastel para compartir con sus compañeros en el Jardín, nosotros no fuimos. Yo ni siquiera la acompañé, porque entraba a trabajar muy temprano. Y es algo que me voy a reprochar siempre… Me duele acordarme. Y, ¿sabes?, cuando con mi esposo nos ponemos a recordar cómo éramos y actuábamos antes, no podemos creer que somos las mismas personas. Muy fuerte. Hoy mi realidad es otra. Pero es otra porque yo quise (y quiero) construirla así. Si volviera 11 años atrás, y mi primera hija estuviera a punto de cumplir su primer añito de vida, ¡ni loca me pierdo su festejo! Su carita de bebé con rasgos de niña… Su intento de soplar las velitas sin saber hacerlo… Sentada en su cochecito, en lugar de en una sillita, porque todavía no podía quedarse en la silla sin caerse… Puff… Pero ya no. Desde hace casi 5 años, soy diferente. Veo, valoro y siento la vida desde otra perspectiva. Hoy soy consciente
Y aunque a veces me reprocho el no dedicarles aún más espacio, entiendo que he dado pasos enormes en la construcción de mi relación con ellas. Todo esto fue gracias a la mudanza. Cambiar de país implicó cambiar de trabajo y de estilo de vida, y fue toda una bendición. Estar con mis hijas en casa me hizo dar cuenta de cuánto me había dolido dejarlas con las canguros. No sé si fue porque tuvimos mala suerte con ellas, y eso le agregó una cuota de sufrimiento y dramatismo. Lo que sí sé es que desde que decidí quedarme en casa con ellas, todo se ha dado de tal manera para que lo pueda continuar haciendo. Porque descubrí el copywriting. Me di cuenta de que me fascina y decidí formarme para trabajar desde casa y continuar acompañando a mis hijas. He buscado clientes y los encontré. Y sigo creciendo profesionalmente. Todo lo que va ocurriendo me demuestra que haber hecho este cambio fue la mejor decisión que pude tomar para agregar calidad y alegría a cada uno de mis días. Es así. Hay decisiones que nos paralizan, porque son muy bestia. Nos remueven, nos dan insomnio y dolor de estómago. Hasta fiebre, en mi caso. Pero cuando logramos vencer el miedo, y damos el paso… todo un mundo nuevo se abre. Y sentimos la felicidad de confirmar que hicimos bien. Que ESA era la decisión a tomar. Si en tu negocio te lo pasa lo mismo, y tienes miedo de arriesgarte e invertir para
debes saber que si no lo haces, nada mejorará.
Anímate y da el paso.
Para ti es una apuesta. Para mí, también.
Un abrazo valiente, María PD: cuando trabajas conmigo cuentas con mi disposición al 200%. Porque me fascina lo que hago, por un lado; y porque con tu apoyo permites que siga construyendo la vida que deseo. Y de eso, nunca me voy a arrepentir. |
Toda mi vida estaré arrepentida de esto
por Maria emealcubo